UN FARO DE ESPERANZA EN TIEMPOS DE OSCURIDAD
Andrés Marenco
Activista, Exiliado y Actor nicaragüense
La juventud nicaragüense ha sido testigo y víctima de un régimen que ha intentado silenciarla, aunque no ha logrado extinguir su esperanza. Durante el año 2018, muchos jóvenes vieron cómo amigos perdían la vida, otros fueron detenidos, torturados, y miles se vieron obligados a abandonar sus estudios y su país. Las imágenes de universitarios heridos y exiliados permanecen en la memoria de quienes vivieron esos días oscuros, pero también encendieron una llama en el corazón de la juventud, que la represión más feroz no ha podido apagar.
Para Marenco, la juventud ha aprendido que el cambio verdadero no vendrá de quienes han perpetuado el conflicto, sino de aquellos que han vivido el sufrimiento de esa lucha. En sus palabras, está en las manos de los jóvenes la posibilidad de construir puentes donde los adultos han levantado muros y de entablar un diálogo donde las disputas ideológicas solo han debilitado la causa común. Marenco sostiene que la esperanza en Nicaragua no debe seguir secuestrada por los errores del pasado. Los jóvenes de hoy son portadores de una nueva visión, una que busca una Nicaragua donde el respeto a los derechos humanos sea la norma y donde todos puedan expresar sus ideas sin temor a represalias.
Esta visión es compartida por RIDHE, que trabaja para empoderar a los jóvenes y crear espacios donde ellos puedan liderar el diálogo intergeneracional que el país tanto necesita. RIDHE cree, como Marenco, que la juventud tiene la fuerza y la capacidad para sanar las heridas de Nicaragua, promoviendo un futuro basado en la justicia, la memoria, la equidad y la libertad.
El activista también subraya la importancia de no olvidar lo vivido, sino de aprender de ello para no repetir los mismos errores. Señala que, aunque la dictadura de Ortega y Murillo es oscura y represiva, está llegando a su fin, y es responsabilidad de la juventud asegurar que el futuro que se avecina sea uno de libertad y prosperidad para todos.
Para lograr esto, es necesario un diálogo generacional sincero, como lo ha propuesto el poeta y activista José Montoya (Chepito Barricada), que supere las barreras y se enfoque en la Nicaragua que se desea construir. Este diálogo no debe perpetuar viejas rivalidades, sino que debe buscar puntos de acuerdo que permitan avanzar hacia un país mejor.
Marenco, al dirigirse a la juventud nicaragüense que ha sufrido y resistido, hace un llamado a aprovechar el presente, a alzar la voz y a construir juntos la Nicaragua que tanto se anhela. La juventud ha demostrado ser mucho más fuerte y capaz de lo que los dictadores y sus cómplices creían. El tiempo de la tiranía está llegando a su fin, y el tiempo de los jóvenes apenas comienza.